El primer Presidente Narco de México

Desde Ignacia Jasso, alias La Nacha, fundadora del Cártel de Juárez, hasta Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, presunto líder del cártel de Sinaloa, la industria del narcotráfico ha permanecido como uno de los negocios ilícitos más redituables de los últimos 90 años, gracias a los códigos familiares que se han conservado de generación en generación.

El investigador y escritor Francisco Cruz Jiménez, autor de Tierra narca y El Cártel de Juárez cuenta que los orígenes del narcotráfico en México se remontan al siglo XIX, pero que proliferó de manera organizada en los años 20, cuando Ignacia Jasso construyó una organización con vendedores de droga.
Los métodos utilizados por los narcos para financiar, producir, trasladar y comercializar drogas a lo largo del territorio mexicano han incluido desde entonces el uso de la violencia para proteger sus intereses.

Francisco Cruz considera que el problema del crimen organizado es un mal social que ha logrado sobrevivir durante décadas gracias a la desinformación y a la falta de planeación estratégica de los gobiernos.

El poco conocimiento que se tiene de esta realidad, explica Francisco Cruz, es visible en comentarios filtrados (cable 07Madrid1287, de Wikileaks) que refieren que el presidente Felipe Calderón confesó al ex presidente de España, José María Aznar, que no había calculado la dimensión del problema del narcotráfico.

Algunos funcionarios, cuenta Cruz, aseguran que el narcotráfico surgió en la década de los 80, con Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, o con los comandantes egresados, en los años 60, de la Dirección Federal de Seguridad, el organismo del gobierno mexicano dedicado a la seguridad nacional y a los servicios de inteligencia,

La fundadora del Cártel...

Luego de consultar expedientes y diarios de circulación nacional y regional, Francisco Cruz pudo documentar en sus investigaciones los orígenes y el desarrollo del marcotráfico en México, donde ha expuesto que es un problema viejo que comenzó a finales del siglo XIX, hasta proliferar en la década de los años 20, con el surgimiento de la primera generación de narcos.

Uno de los personajes que documenta en el libro El Cártel de Juárez, es Ignacia Jasso, La Nacha, quien encabezó el asesinaro de cinco criminales chinos que controlaban el comercio de opio en la ciudad fronteriza.

La Nacha fue una de las primeras grandes narcotraficantes del país que controlaba el negocio en Chihuahua.

Otros personajes relevantes de la época fueron el coronel Esteban Cantú Jiménez y Abelardo L. Rodríguez, quienes formaron parte de el inicio de la industria al financiar actividades revolucionarias con el tráfico de opio, sobretodo en Mexicali.

Cruz documenta que los métodos utilizados por La Nacha, Cantú y Abelardo L. Rodríguez, sentaron las bases de un negocio que ha logrado sobrevivir por medio de métodos como la extorsión y la corrupción de las autoridades en la frontera con Estados Unidos.

Como en el caso del coronel Esteban Cantú Jiménez, quien fue enviado a Mexicali para defender el último resquicio porfirista. En esos mismos años enviaron a Abelardo L. Rodríguez, porque pensaban que la invasión de Estados Unidos venía por ese lado, sin embargo, además de ser un mal cálculo, acercó a quien sería presidente de México a un negocio que ha sobrevivido 90 años en el país.

Esas especulaciones originaron que Abelardo L. Rodríguez, presidente de la República de 1932 a 1934, aprendiera del negocio de las drogas, al ver cómo el coronel Esteban Cantú Jiménez pagaba a sus tropas con las ganancias del opio, negociaba, compraba fidelidades y realizaba acuerdos con los chinos para controlar el negocio de la marihuana, el opio, la prostitución, el alcohol y las casas de juego, negocios que llevó a la práctica Abelardo L. Rodríguez, sobretodo después de la huída de Esteban Cantú.

“Es un problema viejo que penetró al gobierno desde los años 30”, asegura Cruz, quien considera que Abelardo L. Rodríguez fue el primer presidente narco.

De la periferia al centro

La naciente industria del crimen organizado ligado a las drogas comenzó a extenderse por la frontera norte y, años después, por el centro del país, por medio de personajes como Dolores Estévez, alias Lola La Chata.

Aunque el Estado trató de atacar el problema a través de la Secretaría de Salud, Cruz detalla que no se tenía el conocimiento de los alcances del narcotráfico, porque sólo era considerado un problema de salud pública.

La falta de conocimiento originó que la industria del narcotráfico proliferara, ya que los narcos comenzaron a negociar y a comprar a las autoridades.

“Calderón dice que no conocemos la dimensión real de la corrupción, sin embargo, la corrupción está desde la época de la Revolución. El desconocimiento del narcotráfico los obliga a cometer estos errores. Sus asesores debieron proveerlo de toda esa información referente al narcotráfico, pero nadie lo hizo, de tal forma que no sólo no conoce el pasado del narcotráfico, sino que apenas de se está enterando de qué forma opera”, asegura Francisco Cruz.

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